Todas las situaciones en las que vivimos tienen al menos dos lados. Uno positivo y otro negativo. Lo que marca la diferencia es la forma en que manejamos estas situaciones.
Cada momento de crisis, ya sea financiero, familiar o personal, es una oportunidad, una oportunidad favorable para el aprendizaje.
Las crisis representan momentos especiales para la renovación, para deshacerse de lo viejo que ya no funciona. Y para que surja lo nuevo.
Podemos ver la situación como víctimas de las circunstancias, con una mirada pesimista … O entender que podemos actuar y sacar lo mejor de la situación.
La crisis es la oportunidad que tenemos para reflexionar, repensar, actuar y reposicionar. Algunas personas solo tienen este tipo de actitud en situaciones como esta, cuando son arrojadas de una zona de confort a una zona de pánico.
El problema no es la crisis, sino lo que hacemos con ella.
¿Qué aprendizaje podemos sacar de estos momentos?
Son dolores cíclicos y son parte de la vida.
Lo peor es siempre lo que estamos experimentando ahora.
Los que han pasado, buenos o malos, ya han sido superados.
¡Sentarse, quejarse de la vida, no cambiará nada en absoluto!
¡Se necesita valor para sacudirse el polvo de la comodidad, enfrentar el pánico y comenzar a tomar medidas!